He de reconocer que hasta hace poco el Serrablo era una zona desconocida para mi. A la derecha de la carretera a Biescas no había nada. Hacia el norte está el Pirineo. Hacia el sur el llano. En medio nada.
Afortunadamente
Monrasín tuvo a bien enseñarnos esta maravillosa zona del Serrablo donde lo dura que es la vida ha hecho que prácticamente todos los pueblos estén despoblados. Nos contaba la gente que está reconstuyendo una casa en Ainielle que el último habitante se fue en los 90. Tan solo 20 años después parece que el pueblo lleve deshabitado desde la Edad Media.
La ruta en si es preciosa. Recomendable para hacerla en cualquier época del año. Y, creo, que es una ruta que se merece hacerla con el cronómetro parado, disfrutando cada paso que se da. Creo que acertamos de pleno en el planteamiento que hicimos de parar en cada pueblo, en cada pradera, en cada collado. Disfrutando, no entrenando. Y, como nos dijeron lo mozos de Ainielle, si este año llega a nevar os morís del gozo porque hubierais coincidido con el deshielo. Así que, si el año que viene nieva bien, allí que me iré para la primavera. Por cierto Monrasín: el tejado de la iglesia ya se ha caído. Estas últimas aguas han podido con él.
No voy a incidir en los detalles de la ruta que ya describiera tan bien Monrasín. Tan solo dejo unas fotos de lo que vimos para que veáis las maravillas que hay en este mundo perdido y darle las gracias a Carlos por su compañía que hizo, si cabe, más bonita la salida.
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La muralla de Ainielle |
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Perdido con poquica nieve |
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Tendeñera sin nieve a 2.800m |
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El siempre majestuoso Midi |
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El agua que nos pilló al final. |
Al final 37,5KM, 1.700m+ y 7,5 horas
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